lunes, abril 03, 2006

11 de septiembre: recordar para educar

Son ya muchas las personas que nada tuvieron que ver con el 11 de septiembre, con los acontecimientos ocurridos antes y después. ¿Qué sentido puede tener que los testigos de esos hechos cuenten a los jóvenes lo sucedido? Primero, prevenir su repetición. Segundo, destrabar las vías para una convivencia aún mejor de la que hemos tenido. Para que esto y aquello ocurra, los mayores tendrán que recordar qué pasó. Pero no cualquier recuerdo sirve.

El ser humano aprende de sus errores. Aprende cuando registra en la memoria que un error es un error. Si olvida lo sucedido en su relación con los demás o si insiste en que sólo él tuvo razón, repetirá la equivocación él o la generación sucesiva que no fue educada de acuerdo a un aprendizaje que no se hizo. Unos aprenden, otros no.

¿Qué tendríamos hoy que recordar? Entre tantas cosas, que hace treinta años el término de una democracia que organizaba racionalmente la convivencia y la solución de los conflictos sociales, abrió el camino a una tremenda involución humana. Tendríamos que aprender, sobre todo, que el enemigo era nuestro hermano y que no hay mayor mal que suprimir los errores ajenos eliminando a nuestros adversarios. Aprender esto no es fácil. Como un "disco rayado", solemos quedarnos pegados en el propio punto de vista. Recuerda correctamente, en cambio, quien al dejarse tocar por el sufrimiento de su enemigo acaba reconociendo la cuota de verdad que este, por equivocado que pareciera, tenía.

Sería lamentable que los jóvenes pretendieran prescindir de esta historia. Peor sería que los mayores se subieran al carro del futuro, olvidando lo que les fastidia recordar. El porvenir de un país depende de la memoria histórica de sus ciudadanos. Esta no sólo nos precave de repetir lo que "nunca más" debe suceder, sino que estimula nuestra imaginación para inventar una sociedad aún más humana.

¿Cómo educar a las nuevas generaciones? No podemos engañarnos. Un país verdaderamente próspero no se conseguirá sólo con producción de riqueza ni con su mera distribución. La fórmula "crecimiento con equidad" será una fórmula huera, si Chile no progresa en conciencia de su pasado y de su vocación fraternal. Se educará para una sociedad más democrática, en la medida que tengamos conciencia del país que hemos sido. Se necesitará, ante todo, cultivar la capacidad de conversar con los que piensan diferente. Y, lo más importante, educar el sentimiento de compasión hacia el prójimo.

Publicado en Si tuviera que educar a un hijo… Ideas para transmitir la humanidad, Ediciones ignacianas, Santiago, 2004.